América 26

 

Por Mario Escobar

Todos los que nos dedicamos al noble arte de la palabras sabemos, que no estamos en esta profesión por dinero o gloria. Los escritores contamos historias, porque amamos lo que hacemos. Sentimos esa atracción fatal hacia los libros, aunque estos nos den muchas insatisfacciones.
Vivimos en un mundo globalizado que pisotea los derechos de los creadores. Cualquiera se ve capaz de escribir un libro, infravalorando el esfuerzo que esto supone, pero la visión que se tiene de los escritores no es la mista en todos los países.
Durante mi último viaje a México y Estados Unidos he comprobado de nuevo, que el trato a los escritores es muy diferente a un lado y al otro del charco. En España los escritores no dejamos de ser poco más que personas inadaptadas, algo exótica y mangoneadas por el mundo editorial. Las editoriales no apuestan mucho por los escritores, se limitan en muchos casos a sacar el libro y esperar que se produzca el milagro. Cuando el autor es muy conocido, entonces si invierten mucho dinero en promocionarlo, pero en la mayoría de los casos utilizando fórmulas viejas y trasnochadas.
Las cosas en América son diferentes. Editoriales como Harper Collins, mi editorial en América, apuestan por sus autores. Saben, que sus autores son muy importantes y cuidan el talento, como se dice por allá. En Europa lo explotan y cuando ya no ven que más sacar, simplemente van a buscar el próximo autor a exprimir. Efecto limón que digo yo.
Los medios de comunicación en España están monopolizados por los periodistas, algo lógico en la parte meramente profesional, pero endogámico cuando únicamente son ellos los que escriben, participan en los debates y dirigen casi todos los espacios, ya sean deportivos, culturales o de actualidad política.
En América se tiene un gran respeto a los escritores. Los medios tratan con especial respeto y aprecio a los escritores y su obra. No he encontrado en ninguna de mis decenas de entrevistas en Colombia, Venezuela, México, Argentina o Estados Unidos, nada de desdén, desprecio o indiferencia, tan habitual en muchos medios españoles. Tampoco he percibido que se produzca lo que sucede en España, que ciertos medios únicamente promocionan a escritores de su grupo.
Mi reflexión, aunque triste, es que por desgracia, en la cuna de Cervantes, Quevedo, Lorca, Machado, Unamuno, Ortega, Cela y Delibes, se siguen mangoneando a los escritores. Mal pagados y mal tratados, sobreviven entre el desánimo y la frustración. ¿Cambiará alguna vez eso en España?
Terminará el día que dejemos de ser sectarios. Cuando los escritores no sean clasificados por su ideología, tratados como vulgares bufones y la sociedad reconozca que la grandeza de un país está en su cultura.
Gobiernos que no apoyan a los creadores, una población que se ríe de los derechos de autor, unos medios sectarios y copados por periodista, un mundo editorial cicatero y oscuro. Lo siento, pero me quedo con América, dicen que uno nunca es profeta en su tierra, pero la realidad es que los escritores en España son en su mayoría los despreciados de la cultura y los ignorados por los medios de comunicación.