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Hace unas semanas se entregaba un premio a la “poetisa” Dolors Miquel. La única virtud del “poema” era repetir el Padre Nuestro, pero con expresiones poco afortunadas y en algunos casos ofensivas. Creo profundamente en la libertad de expresión. Nadie puede ser juzgado por sus opiniones o creencias, pero en este caso se han traspasado algunos límites.
En primer lugar puedo entender que parte de la sociedad española se viera afectada por la imposición del catolicismo en la etapa de la Dictadura, pero han pasado ya más de 40 años de la muerte del dictador y hay libertad religiosa desde entonces. Muchas mujeres ultra feministas están empeñadas en destruir el supuesto sistema patriarcal impuesto por el Cristianismo, tienen todo el derecho a intentarlo, pero sin ofender a millones de personas.
En segundo lugar, lo que es del todo inadmisible, es que este tipo de actuaciones se apoyen por una administración local, autonómica o nacional. El dinero de todos está para fomentar y apoyar todo lo que contribuya al bien común y las instituciones no pueden fomentar el odio, el ataque a creencias religiosas o el racismo.
Ahora se habla de potenciar las procesiones del “Coño” y de un gran pene por las calles de Sevilla y otras ciudades en Semana Santa. No me importan que hagan sus procesiones, pero en otras fechas, para no ofender a los cristianos. Convivir es simplemente dejar vivir al otro, respetarle y en muchos casos comprenderle.